viernes, 12 de febrero de 2016

verano 2006



De noche en Picadilly, el Museo Británico, con cúpula cubierta e infinidad de objetos, bustos, estatuas descabezadas, trozos del mundo transportados por el imperio y expuestos para deleite del turista. Nelson en su pedestal. Guardias haciendo eso, con sable al hombro. Reloj en Big Ben, el Támesis, siempre caudaloso. Fotos al borde, Hyde Park con hierba un poco mustia, con cómodas sillas, juegos de cartas, el Harrods y el Museo de Ciencias Naturales con los dinosaurios. Turistas y puentes por cruzar. Noches de risa en el hotel. Jugar a las cartas, en hierba, o sobre cama. Paseos a orillas del río, repleto de actuaciones callejeras. La noria, gigante. Covent Garden, la catedral de San Pablo, siguen las fotos. Mas en la torre Gherkin, en la City, espectacular estructura recubierta de cristales. Reflejos infinitos. El puente de Londres y la torre, comer en las escaleras, al lado de un foso. Fotos en los muelles y paseo en crucero. Las casas del parlamento de noche, que no se mueva la máquina. La foto saldrá. Candem Town y sus canales, y sus tiendas de todo a modo de rastro gigantesco. El tiempo se oscurece, casas de colores, chubasqueros. Comidas vietnamitas o chinas, o indias, exóticas. Diferencias en un país que se ha hecho multicultural. Todo esto en el verano de 2006. En viaje casi improvisado. Para el recuerdo. Los niños crecen, sorprenden, disfrutan.

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