skip to main |
skip to sidebar
trespuentes
Íbamos a Trespuentes en bici, por carreteras con apenas coches, sin
sensación de peligro. El puente romano cruza el Zadorra y al otro lado se llega
a las ruinas romanas (luego las llamaron Iruña). Allí jugábamos, metidos entre lo que parecían restos de casas.
¿Pisábamos suelo romano? No recuerdo cuando la investigación avanzó y se acondicionó
el entorno. No buscábamos monedas ni espadas. Las espadas las poníamos
nosotros. Allí quedaron nuestras persecuciones y los tiros de mentira, o las peleas
de pega, o las aventuras sin fin. Al lado, el convento de Santa Catalina, hoy
botánico. Tras la desamortización se convierte en enclave militar en las
guerras carlistas. Éstos, allí refugiados, sufren el acoso del militar riojano
Martín Zurbano, el que da nombre a la calle de Madrid. Éste lo incendia matando
a decenas de carlistas. Hablamos de 1836. Volvamos al presente, mas bien al
pasado. Siempre hay que volver, a casa, en bici, con menos fuerzas, cansados. Por
carreteras estrechas. Las ruinas siempre estaban a nuestra disposición. Para
cualquier día de verano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario