sábado, 13 de febrero de 2016

aeropuerto viejo

El miedo en la infancia aparece muchas veces. La oscuridad, la negrura de la noche lo inspira. Los espacios desconocidos traen reminiscencias de peligro. La entrada de un túnel siempre es algo que concita temor. Nosotros nos parábamos en las entradas de esos túneles y creo que nunca entramos. Yo al menos no. La linterna hubiera sido obligatoria y sobre todo mas audacia para ir en busca de algo desconocido. Se contaban historias de arsenales, y de bombas perdidas, todavía por explotar. Se contaba y no se paraba, y eso avivaba todo. Porque lo que sí era cierto es que desde allí salieron los aviones que bombardearon Guernica, y que de allí salió el avión que transportaba al General Mola y que no llegó a su destino, por eso, en el 37 el aeródromo tomó su nombre. Después llegó el abandono, pastos para ovejas y espacio para dar rienda suelta a la imaginación, para soñar historias y buscar el miedo aun no queriendo encontrarlo. Luego vinieron las urbanizaciones y la expansión de una ciudad hacia Salburúa. Todavía se puede ver alguno de esos arsenales, ya selladas sus entradas, rodeados de columpios. Lo que sea que escondían nunca saldrá a la luz.

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