domingo, 20 de septiembre de 2015

de vuelta


Casas levantadas en cualquier ladera o colina, golf, campos verdes, campos menos verdes para el resto del paisaje. Mas casas, costa del sol, en sitios donde no parece haber acceso. Quién vive, es la pregunta. Dejamos casas y aparecen invernaderos, mares de plástico le llaman. Por aquí y por allá, toldos blancos. Llegamos a un pueblo de difícil nombre, Frigiliana. O de las tres culturas. Restos de fiestas. Limpieza y turistas. Famoso por una rebelión morisca en 1569. Los mosaicos nos cuentan la historia al ascender y entrar en el barrio antiguo. Casas blancas, lo esperado. Y azules en contraste. Mucha planta, maceta y flor. Muchos recovecos y casas en alquiler o venta. Parece ser que el turista extranjero viene atraído por la paz. Anuncios en inglés continuos. La Iglesia de San Antonio de Padua tiene un espejo, vírgenes y un crucificado en el altar. También las máscaras de los doce apóstoles en una urna. Paseamos bajo el calor volviendo al punto de inicio de la visita donde está el Ingenio, o Palacio de los Condes, que alberga una fábrica de miel de caña. Compramos un bote y seguimos camino, con parada en Jaén, donde comemos en el restaurante La Catedral, al lado del inmenso edificio que no abre a la hora pensada con lo que abandonamos la ciudad a la espera de mejor ocasión. El turista ha desaparecido de repente y la vida de lunes en provincias es poca a esas horas. Mas coche y parada en Valdepeñas, tierra de vides. Ha llovido hace poco y la plaza se prepara para las fiestas de la vendimia. La Parroquia de la Asunción de Nuestra Señora tiene un hermoso retablo e imágenes listas para la procesión próxima. Ambiente de pueblo. Sin manta tomamos carretera hacia el hogar.

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