Alba de Tormes. Sede de las Edades del Hombre. Una de ellas, la otra
está en Ávila. Se titula Teresa de Jesús. La santa casi como monográfico. Llegamos
en jueves temprano y ya los primeros grupos se dejan ver por el pueblo. Es festivo
en la comunidad castellana. En la Basílica de Santa Teresa, a la ribera del
Tormes, se encuentra la exposición. Recinto inconcluso cuya maqueta impresiona.
A medio construir el lugar se antoja hermoso, los techos de madera cubren el interior
pero los exteriores se asemejan a uno de esos recintos horadados por el tiempo,
abandonados, donde la luz y el azul celeste se filtran por huecos y espacios. Recorremos
despacio el interior, de altura grande, orden en una muestra pequeña pero
interesante. Una hermosa Puerta de Arco aparece pintada por ambos lados. Viene de
Salamanca y en su reverso aparece pintada una preciosa Anunciación, anónima del
XVI. Hermosa la escultura de la santa escribiendo. Viene de una parroquia de
Vergara y es obra del gran Carmona, siglo XVIII. Del mismo autor asoma un San
Francisco Javier, lleno de pliegues en sus vestiduras. Cercano, el San Ignacio
de Loyola presenta una pulida y gran cabeza de ojos penetrantes. Su autor no
puede ser otro que Gregorio Fernández. Cuadros, libros y algún documento autografiado
completan el espacio del que salimos para fotografiar el entorno. Nuestro siguiente
destino es el Museo Carmus enclavado en el convento de las carmelitas descalzas
fundado por la santa en 1571. Allí compro el libro del día del libro, Las
fundaciones. Un video da la bienvenida. Bastaba una campanilla y una casa para establecer una fundación. Todo lo
demás sobra. “Todo se pasa, sólo Dios basta”. Diversas salas recogen arte y
costumbres. Un sufriente Nazareno guatemalteco esculpido por Paulino Ceballos
preside una de las salas. Al otro lado la incomparable mano de Pedro de Mena
trazó una Dolorosa en su escaparate que parece querer escapar de su encierro
perpetuo. Se suceden vitrinas con orfebrería y objetos de liturgia, así como
objetos del trabajo conventual, planchas, braseros, tijeras. También hay
reliquias de múltiples santos, todas encerradas, pequeños huesos, bajo gran ornamentación.
En la sala de pintura, aparece un lienzo que no deja lugar a dudas, es una
Virgen con niño de Luis de Morales. Y también un Cristo con la cruz a cuestas
obra de un italiano desconocido para mí, Palmezzano (1463-1539). La sala de
óleos sobre cobre sorprende. Colores vivos en diferentes formatos presentan muy
diversas escenas. Pasamos al camarín donde se encuentra el cofre con los restos
de la santa. Diez llaves repartidas por el mundo. A su lado se exponen el
corazón y el brazo izquierdo. Lugar de oración, al otro lado se divisa la
iglesia. Bajaremos a ella después para visitar otra sala con mas documentos,
atuendos y reliquias de Teresa de Jesús. Mas cuadros y el espacio de la celda
donde murió. A su vera la silla de su contemporáneo San Juan de la Cruz. Ya llegan
las hordas de turistas que llenan el pequeño recinto desde el que escapamos
entre gritos de prohibido hacer fotos. La iglesia se prepara para la misa. Se ensaya
desde el coro y se mueven agitadas las gentes para buscar sitio. Turistas y
campanas que suenan, es día de fiesta en la iglesia de la Anunciación.
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