
La semana santa en Zamora se vive por
anticipado. Ya con antelación se dejan ver signos. Los fijos en forma de
locales de cofradías que se preparan para su gran fiesta. Los temporales en
forma de exposiciones como la que alberga la Iglesia de la Encarnación, no
dedicada al culto, en la Plaza de Viriato. Sus paredes se llenan de fotos,
grandes y pequeñas, y de algún video. Todo envuelto en música de penitencia que
acompañan recogimiento y ojos apenas vistos tras telas que cubren los cuerpos.
Se trasladan imágenes, ya dentro de recintos o sacados al exterior para ser
transportados en furgonetas, con estandartes. Los recuerdos de nazarenos en
muchos puntos. Tiendas que ofrecen telas para confección o artículos listos
para llevar. Los colores de las cofradías, los baberos inmaculados para los más
pequeños. Pasando a la Iglesia de Santa María al Nueva vemos que se vela al
Cristo Yacente y la ceremonia religiosa a punto de empezar consiste en dar la
bienvenida a los nuevos miembros de la Hermandad, pequeños y mayores que
reciben la felicitación de los hermanos mayores y el medallón que certifica su
pertenencia. Las fotos se suceden, con los familiares orgullosos de vástagos o
amigos. En la Iglesia de San Andrés hay concierto. Templo de planta extraña. Nave
que se bifurca en tres altares con dos retablos. Bajo uno de ellos se instalan
las sillas de los músicos. A la izquierda la Virgen de la Saleta, hermosa con
traje blanco y con dos niños a su vera, obra de Ramón Álvarez. Dicen que se
apareció en los Alpes Franceses. Suenan poco los ensayos. Los jóvenes nerviosos.
Es la Joven Orquesta Sinfónica de Zamora. El cura joven da la bienvenida al
público. Familiares, fotos y videos. Es la Iglesia del seminario de San
Atilano, adyacente, el patrón de la diócesis. Empiezan las cuerdas y luego se
suma el viento y percusión, cuando lleguen las marchas procesionales. Dos muy
bonitas, la fúnebre de Thalberg y el Mater Mea de Dorado Janeiro. Se aplaude
con ganas y se suceden las felicitaciones. Entre medias el whatsApp sirvió a
mas de un padre de entretenimiento. Quizás aburridos de sus hijos artistas. No se
puede abandonar Zamora sin visitar el museo de Semana Santa. Extenso edificio de
techos altos que permite ver cara a cara muchos de los espectaculares pasos que
desfilarán en unos días. Los sayones que flagelan son obra de Alonso de
Remesal, discípulo de Gregorio Fernández. Y destacan dos autores por encima de
todo. El local Ramón Álvarez, del que se puede destacar todo. Por quedarnos con
algo, citaremos La caída, la Crucifixión, que presenta el clavado en la cruz,
La Lanzada con el caballo de Longinos y el Descendimiento. Plenos de detalles y
con composición cuidada. El otro protagonista es Benlliure con un paso llamado
Redención, de tonos pálidos y el increíble El descendido, que realizó con sólo
quince años. El video cercano pone sonido y música a lo que sucede en la
realidad de la calle cuando las imágenes parecen cobrar vida con el movimiento
acompasado de pies. Silencios y murmullos.
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