Ser irreal incorpóreo de apariencia humana, definición de fantasma. El viaje
a Vitoria transcurre entre nieblas que cubren kilómetros y kilómetros de
nacional, donde sólo el coche delantero ofrece guía y donde las gasolineras
aparecen como naves espaciales entre la bruma. Noche fantasmal para apariciones
en curvas. Navidad sin nieve. Ya en la ciudad el mundo se despide antes de
cenar. Besos y adioses en bares que cierran y coches que ocupan hasta las
aceras. La noche se cierra y el silencio se hace. Los hogares en cena. La mañana
de Navidad amanece fría y lluviosa. El Prado sigue siendo la cuerda favorita
para correr de muchos vitorianos. Hierba y tierra compacta, vueltas iguales,
pisando charcos y barro. Salgo de la monotonía subiendo a Armentia, y se me
hace dura la ascensión. El santo siempre vigilando. Faltarán las fuerzas. Quizás
sea el poco descanso. Mas fantasmas en la pasada noche. Suenan campanadas a
destiempo en la casa de al lado. Horas que no son en momentos que no son. La dueña
se murió. El muerto deja todo abandonado y los vivos a veces salen
precipitadamente y no miran hacia atrás ni escuchan lo que han dejado. Una casa
cerrada con sonido, se ven las cortinas desde la calle, sin persiana. Me imagino cosas.
Incorporo los toques horarios a los sueños, sin recordar cómo. No se oyen
pasos, dicen que esos seres se arrastran, no pisan. Quizás la mejor imagen que
cuadra con la definición inicial sea la de un par de seres que dan tumbos por
la calle, vaso en mano uno de ellos. Les pierde el que tienen cuerpo. La cara
desencajada y el equilibrio perdido. Figuras solitarias, cada una por su lado,
despidiendo una fiesta en noche que antes era sagrada, fiesta que se alargó. Ajenos
al mundo, como los que ocupan la plaza de Correos en escenario, cantantes y
músicos mirando al cielo. Coro de parroquia evangélica que engancha temas en
plan gospel alabando a Cristo. Llevan colores azulgranas y parecen felices. Quizás
sea otra forma de aislarse. No creo que puedan explicar lo inexplicable, parecen
al margen, palmas al cielo. Leo las letras de sus canciones. Ninguna habla de
justicia. Sólo loas y alabanzas. La gente pasa y se queda mirando,
incredulidad en muchos. Para la reflexión o para todo lo contrario, para optar
por vivir hasta desgastarse en vicios incontrolados o inconfesables, fuera de
juicios y de opiniones. O quedarse en medio, pensando en qué sentido tiene todo
esto. Lo de los unos y lo de los otros. Tercera vía, como Podemos, que rompe
encuestas llegando en dos días para alterar el mapa político, incluso el del
País Vasco, donde las caras de sorpresa también aparecen. Aunque los milagros
en la gestión de la sociedad no existan, un poco de honradez será bienvenida. Porque
el cambio real o es global o no será. Y se llamará reparto de la riqueza y no
explotación de los otros. Es decir, sin arreglo y sin solución. Los fantasmas
de los explotados no nos persiguen, tampoco. Lástima. Sólo aquel que todavía
reconoce su conciencia en la oscuridad llega a atisbar un poco, sólo un poco,
la miseria sobre la que construímos nuestro preciado mundo día a día. Quizás los
irreales seamos nosotros.
Berenjenas rebozadas
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Asar las berenjenas enteras en el horno. Dejar que se enfríen y quitarles
la piel dejando la parte de arriba como en la foto. Hacerles unos cortes y
estend...
Hace 4 semanas
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