El sueño como refugio o exaltación del
deseo, escenas confesables o inconfesables, siempre sorprendentes, a veces
deliciosas, a veces veloces y raudas, agitadas. Paseemos por las calles, de
Madrid, y vayamos al palacio de Correos, a la vista de la diosa, allí,
exposición gratuita, varias, una de ellas con obras de El Greco, pintadas por
artistas con síndrome de Down, y repito, artistas, porque lo es quién se
aventura en terrenos nuevos, toma lienzo o papel, y pinceles o lápices y da
rienda suelta a sus manos, que guían trazos y mueven mezclas y acaban pintando
algo que nos llama. Las obras se venden, merece la pena ver lo que otros ojos
pueden ver. Allí mismo también una Piedad invertida, escultura de Marina
Vargas, de color sangre, donde es Cristo el que sostiene a su madre que perdió
el corazón, quizás de pena. Hay mas cosas en los pisos de Correos, edificio
majestuoso donde pocos se adentran. Paseamos por Chueca después del desfile del
orgullo. Se toma el aperitivo en terrazas o bares en mañana de Domingo, y
Madrid, aún sucia, parece más viva que nunca. Pasan los días y asistimos a una
gala lírica de Zarzuela en la Escuela de Música de Alcobendas, cuatro
interpretes y un festival de romanzas y dúos que alborotan a los espectadores, y
los mayores, que son mayoría, jalean con aplausos y bravos; me los imagino en
sus años mozos escuchando estas obras y enamorándose con sus melodías. Sobresale
Rosa Miranda, que canta con voz que parece de otro mundo, y además actúa y
llena el escenario, también con su belleza. Hora y cuarto de espectáculo, también
gratuito, y al día siguiente nos vamos a Pedraza con unos amigos, y nos
encontramos que lo mismo han pensado otros miles, la mayoría seremos madrileños,
habrá algunos segovianos, y existe un motivo, y es que celebran la noche de las
velas, y cientos de estas iluminan el pueblo, que ya es coqueto de por sí,
pequeño y empedrado, con plaza de postal y castillo al fondo. Y esperamos que
se vaya el sol y se haga la luna, y se encienden velas y se apagan para volver
a encenderlas, y se fotografía todo y nada a la vez, las velas, los patios, los
jardines, las parejas. Los trípodes parecen regalarse, la gente se agacha, se
tumba para la instantánea, la luna se convierte en protagonista y recibe tantos
flashes que podría quedar ciega. Se vende bocadillo y lata, se hace cola, se
anda en procesión, se merienda en césped con hormigas al acecho, los niños
juegan con fuego, se harán pis en la cama, se escucha música tras las lonas, se
ven las estrellas mas que nunca, se sale con atascos, humanos, y vehiculares,
no se ve, se atisba algo del prójimo, velas y mas velas, olores a fuego en algún caso, y
mas fotos, y debe de haber otro motivo, o miles de ellos, para llegarnos hasta
allí, cada uno tendrá el suyo, y lo dirá o no, pero esa noche es posible que el
sueño, siempre el sueño, sea oscuro, y allí al fondo, dirigiré mis pasos, en
busca de la luz que siempre nos llama.
Pastel de manzana en Airfriyer
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cucharada de Royal y harina hasta que quede una crema. Pelar una manzana y
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Hace 6 días
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