viernes, 25 de julio de 2014

calor ardiente

Viajan mis hijos desde Valencia en regional mas cercanías, siete horas, tiempos de antaño con esperas y trasbordos para ahorrar unos euros. No hay nada como la búsqueda. Es cierto que todavía se puede viajar barato, a cambio de mas tiempo para dormir o pensar, o leer o escribir, o mirar por una ventana de esas el paisaje mustio de la España que yace bajo el calor, la enésima ola, polvo africano en suspensión, canícula de verano, palabra que viene de can o perro que se esconde a la sombra mas cercana. Y hablando de polvo africano que no se ve hablaré de los otros, ya no repetiré el nombre, parece que le quita algo, o le pone algo a esa otra expresión, hacer el amor. Hay otras expresiones que aún  suenan peor, parecen mas soeces, cuestión de uso y costumbres, subjetivismo a la hora de asignar grados de pureza o impurezas, o evaluar resultados de un acto que tiene todo de animal y todo de espíritu según se vea. Y dice la prensa que alguien escribió un libro que tuvo seguidores y que estos no solo fueron lectores sino amantes, que no quiero recurrir al pareado fácil, pero no amantes de carta perfumada y de verso tierno, ni siquiera de rosa roja o blanca, sino amantes yacientes, en cama o sofá, o lavabo o coche, todo vale, seguidores del escribiente que prescribe terapia matrimonial de sexo diario aunque uno no quiera, o los dos. Se trata de forzar el ánimo, hacer que sí, como que sí, y así durante los 365 días, uno mas en bisiestos, y proceder mecánicamente al acto, que ya llegarán días mejores, donde se vea el cielo entre agónicas convulsiones. Suelen solo hablar los que acertaron con el método, los que pueden contarlo, los que dicen adelgazaron, los que exhibían cara de felicidad diaria, los cansados pero contentos, los que dicen que siguen ahí, domesticando esa institución matrimonial llena de fuerzas centrífugas y centrípetas. No hablará alguno de los que murió en el intento, las estadísticas no mienten, o los que vieron como aquello, en verano con 38 a la sombra después de trabajar se convierte no en sacrificio sino en martirio. Placer para lograr recordar solo el bienestar, terapia para mejor. En el fondo tendemos a eso, ¿no?, a vivir lo mejor posible, lo mas plácidamente posible. Y ya puedes buscar o rebuscar que no encontrarás nada mas placentero que la temblorosa agitación que estremece las almas y derrota al cuerpo, abatido una vez mas por el placer. Calle ardiente, perro que espera en semáforo y perro que ladra cuando el amo se sienta, entonces se acuerda, y menta a la madre que parió al can. Se volverán locos con los grados, ellos también son animales, unos hacia dentro, otros hacia afuera. Inaguantable no es pero si tedioso, el sol, tienen razón los del anuncio, una inmensa bola de fuego de rostro amigable en dibujos infantiles pero fuego que no permite hacer vida normal aunque sea fuente de vida. Pero lo queremos todo y a todo no se llega. No buscar exactitud donde solo una aproximación a la verdad es posible, lo dijo Aristóteles, acertado. No emperrarse en lo imposible, acometer la búsqueda con calma, expóngase la próxima vez, a encontrar el no va más, el cielo en tierra, el paradigma de todos los éxtasis, la locura en compañía, en pareja, a sentirse mas vivo que nunca, segundos inacabables, esos donde a todo o nada, nada importa.

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