domingo, 6 de abril de 2014

florencia-día 3



Tantas veces visto en imágenes y libros pero impresiona. Escasea el público en la Galería de la Academia, al fondo de la sala aparece el gigante con honda, se trata del David de Miguel Angel, tamaño de otro mundo, proporciones mágicas, no se permiten las fotos, se puede uno sentar en la trasera sólo y admirar el cuerpo desnudo con sus músculos y venas, figura casi venerada, proporciones de Dios o de ser mas allá de los hombres, dicen que es la belleza personificada, las proporciones justas. Suena a obra grandiosa. El resto no sé si se ve. La Galería tiene más cosas, mas esculturas y más pintura. Otras esculturas de Miguel Angel, menos conocidas o desconocidas, es el día tres, madrugamos de nuevo. Las salas se suceden. Aparece otro gran Descendimiento de Bronzino. De repente una gran sala repleta de esculturas y decenas de bustos, destacan obras de Pampanoli y Bartolini, nacidos en el dieciocho. Gran colección de pinturas góticas, muchas anunciaciones, varios Cristos en piedad, saliendo del sepulcro, o de rodillas en él, varios crucifijos de gran tamaño pintados. La pinacoteca es amplia pero la gente sigue dando vueltas alrededor del gran David, ya a la salida éste se rodea de multitudes ávidas de instantáneas imposibles, se hacen a escondidas, hay asombro, él, sereno y orgulloso en su pedestal. Marchamos al convento de San Marcos, morada del Beato Angélico (1395-1455) entre otros. Impresionante el lugar, múltiples obras del fraile como el Tabernáculo del Linaioli, un descendimiento, múltiples cuadros, el claustro es bello, otra sala muestra obras de Fray Bartolomeo y Fray Paulino. Pinturas murales en restauración, explosión de frescos por todos lados. Subimos a las habitaciones o celdas y la Anunciación nos esquiva o lo hacemos nosotros. No pensamos que pueda estar ahí en un pasillo nada más coronar las escaleras, pero sí. Como si nada, hay que pararse a verla, fresco sobre la pared, la perspectiva asomando, obra grande. Se suceden los grupos, de italianos aburridos, japoneses, franceses que aplauden al ponente, americanos por doquier, monjes con hábito que están de visita, también con móvil, las celdas, todas, albergan arte, un fresco en la pared, obras de Angélico y seguidores, crucifixiones sobre todo, silencio y oración, recogimiento e invitación a la sensibilidad. Buscábamos cuadros y encontramos frescos. Como el de la Última Cena, ya en la salida, hoy lugar para la venta de recuerdos, imponente en la pared. Al lado la Iglesia, aparece una talla de madera, cosa rara hasta ahora, obra de Foggini (1610-1684), el Ecce Hommo se encuentra en la penumbra.
Cambiamos de escenario, ahora toca la Capilla de los Medici, monumental. Sitio oscuro, de frescos en cúpula, lugar de enterramientos de los grandes duques. La nueva sacristía alberga más obras de Miguel Angel, como la aurora representada en femenino o el anochecer en masculino o como la noche en forma de mujer o el día en forma de hombre. Un joven dibuja de pie ajeno a las visitas. Blancos y marrones. Es hora de comer, de nuevo al Mercado. Esta vez elegimos Pork’s, otro establecimiento que ofrece productos caseros como los arancini, o bolas de arroz rellenas, o el lampredotto, estomago de vaca que sirven picante. El postre en el exterior en forma de tronchetti o pastel de pasas. Visitamos a continuación la Iglesia de Santa María de Novella de impresionante fachada de tonos blancos y verdes. El claustro de los muertos alberga cientos de tumbas, se suceden los frescos hasta llegar a la espectacular sala capitular o de los españoles también repleta de pinturas murales. Nuevo claustro. La basílica es abrumadora, repleta de pinturas. Pasamos a una capilla donde se encuentra una talla excepcional de un crucificado, obra de Filippo Bruneleschi (1377-1446). Pálido y sin paño de pureza, destaca por su realismo. El conjunto de la visita impresiona y abruma. Por si no habíamos tenido bastante seguimos por el Palacio Pitti donde paseamos por los jardines Boboli antes de pasar a la Galería Palatina, otra pinacoteca en sí misma. Salas de esculturas y retratos e infinidad de obras en paredes atestadas. Destacan dos obras de Murillo, Virgen con niño y Virgen del Rosario, que entre tal acumulación no pasan desapercibidas. El descendimiento de Cigoli (1559-1613) también sobresale. Como Las tres edades del hombre, obra de Giorgione (1476-1510). Entre tanto arte aparece de repente una bañera donde dice tomaba baños el mismísimo Napoleón y para cerrar la Galería me quedo con el gran Rafael y su Virgen de la silla, con niño y San Juanito. El Pitti no termina aquí, siguen los aposentos reales con salas, habitaciones y lujo, el Museo del traje que recorremos sin paradas o la Galería de Arte Moderno donde es una pena llegar cansado dado que alberga una gran colección de pintura y escultura del siglo XIX. Destaco un par de obras, La Alegoría de la Vida del pintor alemán Curt Stoeving y el magnífico Retrato de familia en interior de Elizabeth Chaplin (1890-1982). Es hora de descansar y lo hacemos sentados en la Basílica del Espíritu Santo, asistiendo a un concierto de la orquesta del instituto Churchill de San Antonio, Texas. Chavales de 14 a 18 años que son parte de las seis orquestas de diferentes niveles que tiene el instituto. Violines en su mayoría, más violas y violonchelos, ensayan en esos preliminares que tienen mucho de anarquía y ruido. Todo cambia a la orden del director que va presentando las obras, clásicas y no tanto, que suenan bien en un entorno privilegiado y frío. Es hora de cenar y lo hacemos en una rectangular plaza al lado de la iglesia, en el restaurante Ricchi donde el trato es amable y donde tomamos ravioli y spigola, o lo que es lo mismo, lubina. Todavía hay tiempo para el paseo y para más, para un concierto de órgano en la penumbra de Santa María Ricci. Suena potente y sonoro ante una presencia que viene y va según las tonalidades.

No hay comentarios: