
Cambiamos de escenario, ahora toca la Capilla de los Medici,
monumental. Sitio oscuro, de frescos en cúpula, lugar de enterramientos de los
grandes duques. La nueva sacristía alberga más obras de Miguel Angel, como la
aurora representada en femenino o el anochecer en masculino o como la noche en
forma de mujer o el día en forma de hombre. Un joven dibuja de pie ajeno a las
visitas. Blancos y marrones. Es hora de comer, de nuevo al Mercado. Esta vez
elegimos Pork’s, otro establecimiento que ofrece productos caseros como los
arancini, o bolas de arroz rellenas, o el lampredotto, estomago de vaca que
sirven picante. El postre en el exterior en forma de tronchetti o pastel de
pasas. Visitamos a continuación la Iglesia de Santa María de Novella de
impresionante fachada de tonos blancos y verdes. El claustro de los muertos
alberga cientos de tumbas, se suceden los frescos hasta llegar a la
espectacular sala capitular o de los españoles también repleta de pinturas
murales. Nuevo claustro. La basílica es abrumadora, repleta de pinturas. Pasamos
a una capilla donde se encuentra una talla excepcional de un crucificado, obra
de Filippo Bruneleschi (1377-1446). Pálido y sin paño de pureza, destaca por su
realismo. El conjunto de la visita impresiona y abruma. Por si no habíamos
tenido bastante seguimos por el Palacio Pitti donde paseamos por los jardines
Boboli antes de pasar a la Galería Palatina, otra pinacoteca en sí misma. Salas
de esculturas y retratos e infinidad de obras en paredes atestadas. Destacan dos
obras de Murillo, Virgen con niño y Virgen del Rosario, que entre tal
acumulación no pasan desapercibidas. El descendimiento de Cigoli (1559-1613)
también sobresale. Como Las tres edades del hombre, obra de Giorgione
(1476-1510). Entre tanto arte aparece de repente una bañera donde dice tomaba
baños el mismísimo Napoleón y para cerrar la Galería me quedo con el gran
Rafael y su Virgen de la silla, con niño y San Juanito. El Pitti no termina
aquí, siguen los aposentos reales con salas, habitaciones y lujo, el Museo del
traje que recorremos sin paradas o la Galería de Arte Moderno donde es una pena
llegar cansado dado que alberga una gran colección de pintura y escultura del
siglo XIX. Destaco un par de obras, La Alegoría de la Vida del pintor alemán
Curt Stoeving y el magnífico Retrato de familia en interior de Elizabeth
Chaplin (1890-1982). Es hora de descansar y lo hacemos sentados en la Basílica del
Espíritu Santo, asistiendo a un concierto de la orquesta del instituto
Churchill de San Antonio, Texas. Chavales de 14 a 18 años que son parte de las
seis orquestas de diferentes niveles que tiene el instituto. Violines en su
mayoría, más violas y violonchelos, ensayan en esos preliminares que tienen mucho
de anarquía y ruido. Todo cambia a la orden del director que va presentando las
obras, clásicas y no tanto, que suenan bien en un entorno privilegiado y frío. Es
hora de cenar y lo hacemos en una rectangular plaza al lado de la iglesia, en
el restaurante Ricchi donde el trato es amable y donde tomamos ravioli y
spigola, o lo que es lo mismo, lubina. Todavía hay tiempo para el paseo y para
más, para un concierto de órgano en la penumbra de Santa María Ricci. Suena
potente y sonoro ante una presencia que viene y va según las tonalidades.
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