lunes, 5 de noviembre de 2012

retratos



El retrato es inherente a la condición humana, bien ajeno o propio, persiguiendo el afán de plasmar la belleza, el estado, o simplemente reflejar a ese otro u otra que está al otro lado, más allá del lienzo, y la muestra que se exhibe en la fundación Mapfre de Madrid, traída del Centro Pompidou de Paris bien vale una visita, y un paseo tranquilo por las salas que muestran un poco de todo, realismo y no, algo que no se parece a persona en oposición a lo que pareciera una foto. Y descubro a varios artistas, como Modigliani y su Dédie estilizada. Y también a Marie Laurencin y su Baronesa Gourgaud, y a Tamara de Lempicka y su Kizette, y a Boris Grigoriev y su Challapi, y también a Cassandre y su Pierre Reverdy, y son todas obras del siglo XX de artistas nacidos a finales del XIX, artistas únicos, cada uno con su estilo, retratos que denotan cercanía o melancolía, tristeza o serena actitud, con gestos que definen a las personas, o que plasman únicamente ese instante en que quedó la imagen grabada en la mente del artista.

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