domingo, 14 de octubre de 2012

gales jul-92 (1)



Es Julio, en el verano del 92, y el trabajo nos lleva un mes a Inglaterra. Con sede en High Wycombe, al noroeste de Londres, nos alejamos en un apartamento del Hotel Alexandra. Por delante unos cuantos fines de semana para aprovecharlos y seguir viajando por la campiña inglesa. Y repetimos cosas que ya conocíamos, o que yo ya había conocido en otras ocasiones y descubrimos otras muchas. Una de ellas fue Gales, al oeste, en la punta de la isla, hasta allí nos fuimos para seguir visitando castillos, para llegar hasta Cardiff, la capital. De camino vemos el de Chepstow, lo que queda del de Raglan y la espectacular fortaleza de Caerphilly. Entre medias otra abadía en ruinas, la de Tintern, también cisterciense, del siglo XII, sobrevivió hasta que Enrique VIII confiscó las propiedades de la Iglesia Católica en los comienzos del siglo XVI. Hoy es lugar de paseo entre arcos que no aguantan techos y de recogida serena. Ya en la capital, el castillo alberga la recepción de una boda, quizás el novio haya entregado a su novia la cuchara del amor, que es de madera, podría ser de metal, pero será que por allá por 1667 era el material más a mano para fabricar utensilios de cocina, básicamente para comer. Pasaron los años y la cuchara se transformó en un signo de amor que el pretendiente entrega a su amada. Las hay con motivos varios, corazones entrelazados o simples, cruces, cadenas, anclas o barcos.  Hay otra cuchara de madera famosa, la que se otorga al último clasificado del torneo de las seis naciones de rugby, el deporte nacional de Gales, cuya selección participa en dicho campeonato. Por extensión, la cuchara de madera designa en el mundo anglosajón a aquel que obtiene la peor calificación, o clasificación en cualquier tipo de competición, incluida la académica. Y con nuestra cuchara de madera en el equipaje volvemos a nuestra casa temporal.

No hay comentarios: