lunes, 20 de agosto de 2012

mercenarios y silencios


Que Euskadi es diferente no cabe duda. Dice un amigo mío que allí la selección española se sufre en silencio, como las hemorroides. El 1 de julio a las 11 de la noche la calle era puro silencio, la “roja” acababa de proclamarse campeona de Europa, yo paseaba por Vitoria y me encontré a siete aficionados aislados. Los sondeos de TV dijeron que el 80% de la gente que veía la tele en Euskadi esa noche estaba viendo el partido. Unos cuantos, pero en silencio. Y no te salgas del tiesto que cuatro subnormales se vestirán de fascistas y te arrancarán la camiseta roja a hostias. Sí, no hay otro nombre que miedo, y falta de libertad. Y me acuerdo ahora de aquello porque veo las pintadas de “Llorente, muérete español” y veo que el alcalde de Bilbao dice que es obsceno que el jugador pida 5 millones de euros. Y lo es, pero también lo era la temporada pasada, con la única diferencia de que entonces Llorente era vasco, ahora ya es español. Pero en fin, que los políticos hablen de obscenidades no es muy elegante. Mercenario le llaman los aficionados del griterío, como si los vascos no fueran como el resto de los seres humanos, que cambiamos de empresa por dinero, de pareja por sexo o por buscar la felicidad, de coche porque nos apetece, y de tantas otras cosas porque nos da la gana. Pero ahora les han tocado la fibra de las entrañas, la que nunca se debe de tocar, la de que dónde vas a estar mejor que aquí con lo bien que te hemos tratado. Váyanse a tomar,…., una Fanta, como dice el anuncio.

No hay comentarios: