Es difícil encontrar hoy en día espacios donde el
ruido no establezca su reinado salvo que uno se pierda en el monte o en los
mares, y aún ahí encontrará sonidos de la naturaleza, agradables, eso sí. En el
centro de Berlín, en el marco incomparable de la Puerta de Brandenburgo, en un
edificio pegado a ella, de baja altura, existe un Lugar de silencio, abierto en
1994 cumple un doble objetivo, servir de punto de relajación, si uno se quiere
olvidar del ruido y la algarabía, y por otra parte servir como exhortación a la
hermandad y a la tolerancia, así como de advertencia contra la violencia y la
xenofobia. Sólo un tapiz que muestra a la luz agujereando la oscuridad decora
el lugar. Las sillas se colocan alrededor de las cuatro paredes y no hay nada
en el centro. A algunos les da risa la sala y tienen que salir apresuradamente.
Es lo que tiene no estar acostumbrados a no escuchar nada, incluso a
silenciarnos a nosotros mismos durante unos segundos.
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