sábado, 21 de abril de 2012

irregulares

Hay veces que más es menos. Dos letras marcan la diferencia, la i y la r, lo que hace que irregular sea menos que regular. Quién se lo explicará a aquellos que no entienden casi ni el idioma. La ministra de Sanidad, Ana Mato, dice que se matizarán las condiciones para el acceso a la tarjeta sanitaria por parte de los inmigrantes. Textualmente, se verificará que “pagan sus impuestos y trabajan como nosotros”. Si por el impago de impuestos fuera, cientos de miles de españoles no deberían tener acceso. Pero en fin, los irregulares no tienen bastante con lo que hay, con viajes en pateras o camiones, con trabajos de mierda, explotados por empresarios españoles, con soledad e incomprensión, no, necesitan otra vuelta de tuerca más. Necesitan que alguien les recuerde que dos letras más les negarán más derechos. Mientras, los regulares ricos, que corretean por praderas verdes delante de millones de personas pegando patadas a una bola, no tienen problemas para ser atendidos. Pueden elegir entre alfombra roja o de colores antes de ser recibidos por los galenos. En fin, las injusticias no están tan lejos, no están allá donde nadie mira, al sur o al este, o al oeste o al norte, están aquí cerca, pero a éstos hay pocos que los defiendan, hay pocos que enarbolen banderas o pancartas en su defensa, nadie corea sus nombres ni sabe sus apellidos, hay pocos que hagan suya la causa de los desheredados, a los que su color marca y sus papeles inexistentes rematan. Ya lo dije, dos letras tienen la culpa, dos absurdas letras, ajenas a la tragedia humana, pero en fin, tan lejanas de la humanidad están esas letras como nuestras conciencias, embotadas, oscurecidas y desvergonzadas.

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