sábado, 12 de febrero de 2011

el baskonia, oé, oé, oé,....

Han pasado casi 30 minutos desde el pitido final. La afición no se mueve del Palacio de los deportes de Madrid. El Baskonia (Caja Laboral), acaba de perder ante el Barcelona, todopoderoso, de 19 puntos. Hablamos de baloncesto, semifinales de la Copa del Rey. Los que no se mueven son del Baskonia y esperan que su equipo salga a saludar. Y lo hacen, tímidos y avergonzados. Aplauden a la afición, que salta y canta. Es el paradigma del hermanamiento y de la comunión. De algo diferente. El baloncesto sigue el camino del fútbol. Los grandes solucionan los problemas con dinero. Unos juegan con 12 y otros con 10. Y usted me dirá que sólo juegan cinco. Entonces es que no ha oído hablar de la profundidad de banquillo. Y le juro que dos más se notan. Es la pataleta del perdedor. Ese soy yo. La envidia del pequeño y pobre. Ese soy yo. Aunque sé que los de Barcelona envidian a nuestra afición. Usted vivirá feliz sin sufrir porque su equipo pierde. Sé que es absurdo sufrir por esto pero yo lo hago. El Baskonia es mi equipo. A veces le envidio, a usted que pasa de este deporte y de otros, y que no tiene equipo. Seguiré sufriendo. Sé por qué. Algún día les contaré la historia. Todo se reduce a la infancia, cuando yo era pequeño y ellos eran muy grandes y muy altos.

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