Me recuerda Almudena, una buena amiga, que hace un tiempo escribí sobre Birmania y sobre la reclusión de la premio Nobel Aung San Suu, que esta semana recobró la libertad, y continúa: “pienso que por fin mereció la pena no perder la esperanza en ciertos lugares del planeta donde el paso del tiempo parece que es eterno, pero a veces no es tan inútil”.
A veces sobran las palabras, pero ahora hacen falta, y esa frase encarna lo que es necesario recordarle a los jóvenes, para que sepan de qué va esto, por qué merece la pena vivir, y cómo compartir la alegría aunque el bien sea ajeno y lejano.
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Hace 4 semanas
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