viernes, 3 de septiembre de 2010

la tele

En los albores de la televisión, allá por los años 20, se probó una técnica llamada noctovisión, o televisión por rayos infrarrojos. Básicamente, consistía en que el sujeto televisado permanecía a oscuras en una sala pero su imagen se podía ver televisada fuera de aquella estancia. En dos palabras, la televisión distorsionaba la realidad de una sala oscura, y allí donde el ojo humano sólo podía ver la negrura de la noche, el investigador televidente veía a un ser humano. Hoy en día, la tele sigue distorsionando la realidad. Un vistazo global basta para ver que ahora, los jóvenes quieren bailar, jugar al fútbol o a mil deportes, y hacer mil cosas antes que estudiar. Quieren ser concursantes, hermanitos, cantantes, tertulianos, todo menos hincar los codos. ¿Qué quería la juventud antes? ¿Qué buscaba? ¿Qué quería ser? Yo no me acuerdo, las cosas se olvidan. Quizás es que no teníamos mucho donde elegir. Había que estudiar porque era la salida y los años demuestran que es la segura, la mejor. Insisto, la distorsión se lleva por delante la imagen de los miles de estudiantes que esta semana inician sus estudios universitarios, que no salen en platós, que no son objeto de realitys porque la vida de universitario es dura, y eso no vende, se trabaja, y eso no vende, se sufre, y eso no vende, uno se hace anónimo y eso tampoco vende. Tampoco vende el que tengamos el nivel de paro juvenil más alto de Europa. No hay trabajo, dicen, aunque los que estudian suelen tenerlo. Y ahí afuera, de nuestras fronteras, hay mucho donde elegir. Pero claro, pensar que todos pueden ser bailarines o todos deportistas esta lejos de la realidad y sobre todo de la cordura. No hay oferta para tanta demanda. Y luego nos quejamos que los niños se nos quedan en casa. Claro, sin trabajo es difícil escapar de las alas protectoras, pero sin ganas y voluntad también. Y pasan los años y algunos siguen sin salir del nido porque es fácil vivir así y quejarse. El mundo espera y las oportunidades están ahí, no en tu pueblo, ciudad o provincia. Te acompañará el miedo al traspasar las fronteras pero con la confianza en tí mismo trabajarás para vivir y para ver que tu patria está en tus zapatos (gracias a El último de la fila), y de paso, para desmentir la falsa imagen de una parte de toda una generación.

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