jueves, 3 de junio de 2010

tarde de domingo (jueves)

La libertad está en boca de todos. Todos la queremos, la deseamos, pero la interpretamos a nuestra manera. Nos pasa lo que a los traductores de títulos de películas, hago zapping y un film llamado The paperboy se traduce como La muerte tiene cara de ángel. Así le pasa a nuestra palabra. En Arizona se juegan la libertad cada día los inmigrantes indocumentados. Una nueva ley los puede detener. Trabajen o no, serán encarcelados, deportados. Manifestaciones a favor y en contra. Dicen los partidarios de la ley que esta tierra es nuestra tierra, no es tu tierra, mexicano. Hace años se cantaba Esta tierra es tuya, esta tierra es mía,…, o sea era nuestra, de todos. Ahora, el pronombre engloba a menos gente. Cuestión de libertad semántica. También en Israel, la palabra libertad se desgasta por el uso. Los israelitas demandan vivir en paz y en libertad, los palestinos demandan vivir, simplemente. Y los fuertes aplastan a los débiles. Como en la selva, siguiendo la ley de la jungla. Pero aquello no es una selva, aunque lo parezca. Con total impunidad, el fuerte ataca a la “flota de la libertad”, en misión humanitaria, matando a nueve miembros, desarmados. Las condenas no se hacen esperar, suma y sigue, pero los resultados para los más desfavorecidos no se ven. Más, dicen que el número de abortos está bajando. Buena noticia. La libertad de poder abortar va acompañada de la libertad de informarse y de tomar decisiones previas. El otro bando demanda la libertad de abolir la ley en cuanto se pueda para que las mujeres tengan la libertad de hacer lo que ellos quieren, es decir, aguantarse.

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