sábado, 19 de junio de 2010

la roja

Las consultas médicas están más vacías, los centros de trabajo también, las carreteras lo notan, la roja está jugando. Primer partido con derrota y desilusión, queda mucho. El mismo día en que el gobierno aprueba la reforma laboral, despido más barato. Ante los hechos y decisiones gubernamentales, comunitarias, autonómicas y locales, el ciudadano cada vez reacciona con más frialdad. Parece que poco tiene que aportar excepto el tedio. Allí donde el césped alberga grandes gotas de azar y donde el ciudadano sólo puede aportar su aliento, la ilusión se desborda, sediento de alegrías ante tanto sinsabor. El fútbol sigue siendo una vía de escape ante tanta amargura y desencanto en la vida cotidiana, rutinaria y gris para muchos. La relación causa-efecto parece clara. Un anuncio del patrocinador Cruzcampo habla de que somos más que un equipo, somos un país. Creo que el mensaje no calará. Decía un político del siglo pasado que “es español aquel que no puede ser otra cosa”. El país se vertebra en comunidades, provincias y localismos, que a unos gustan y a otros no, y viene la selección a unirnos por unos segundos, aunque nos sigamos mirando de soslayo. El fútbol todo lo puede en 90 minutos. Cruzcampo puso la intención, venderá cerveza, país no. Pero yo seguiré sacando al niño de dentro, durante una hora y media, y ese niño llevará de la mano múltiples camisetas, una de ellas, la roja.

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