viernes, 20 de noviembre de 2009

camps

Ver pasear a Camps en un Ferrari, con los pilotos de Ferrari, el presidente de la marca y la alcaldesa de Valencia no tiene desperdicio. Qué manía tienen los políticos de aparentar y salir en fotos cualesquiera. Un coche de los que se fabrican pocos, un deporte para unos pocos, una marca sinónimo de lujo, todo normal vamos, todo cercano a un ciudadano que no sabe qué pinta la sonrisa del presidente de los valencianos sobre esa excelsa carrocería. Sobre todo, cuando su partido debate ese fin de semana, convención popular, cita para edificar algo que anime a sus votantes a seguir confiando en ellos. Dijo Rajoy el domingo, “somos fiables porque somos previsibles”. Creo que Camps fue poco previsible y de ahí se concluye que es poco fiable, o sea digno de poca confianza. Es decir, que pido al futuro, hados o lo que sea menester, que no me nuble la mente, no me atore los sentidos y me evite votar a ese señor si algún día vislumbro su nombre durante la inmersión entre las papeletas de la mesa electoral.

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