sábado, 12 de septiembre de 2009

musarañas

Chávez en Madrid, visita casi relámpago, se acordará por un tiempo, porque parece que aquí ha sido informado del fenomenal descubrimiento de un yacimiento de gas que convierte al país que dirige, Venezuela, en una de las potencias mundiales en la materia. Controvertido, directo, pareciera que franco y sincero, odiado y querido, vituperado y aplaudido, denunciado por organizaciones observadoras de los derechos humanos, perseguidor de la disidencia periodística, revolucionario, adalid de la libertad, depende de con quien se hable. ¿Cómo le va al pueblo venezolano? Respuestas para todos los gustos, miseria para unos, falta de libertad para otros, dudosa democracia, por siempre Hugo, ¿se invierte en el pueblo? Espero que así sea. En el coche de camino al aeropuerto de Barajas, el presidente de Repsol, Brufau, acompaña a Chávez. Repsol se llevará parte del pastel, grandioso. Ante las dudas que pueda plantear la conciencia sobre las negociaciones con estados de dudosa transparencia, la solución siempre está en el bolsillo, es decir, allí donde se guardan las perras. Si hay que negociar con el diablo se negocia, y para muestra que se lo pregunten a los británicos que reconocen públicamente que la liberación del condenado por el atentado contra el avión de la Panam ha tenido que ver con los negocios que la compañía British Petroleum tiene en Libia. No sé de qué me sorprendo si el año pasado por estas fechas estábamos celebrando el éxito de las olimpiadas chinas, paradigma de la transparencia, la libertad y la democracia. Debe ser que nadie es perfecto o que estoy equivocado y no es el amor el que mueve el mundo, va a ser que me perdí algo en la primaria, o todo, o pasé aquella clase donde nos hablaron de economía pensando en las musarañas, es decir pensando en nimiedades o cosas de escasa importancia.

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