miércoles, 13 de mayo de 2009

palmas, palmitas

En la investidura de Patxi López como Lehendakari del Gobierno Vasco sorprende la frialdad con la que la oposición recibe el acto. Nulos aplausos, postura hierática ante su nuevo presidente, el de todos los vascos. Desde muy pequeños los seres humanos aprendemos a aplaudir, empezamos por imitar a nuestros padres al ritmo de palmas, palmitas, que viene tu mamá. Después seguimos imitando, y las alegrías las celebramos con gritos y palmas. Nos iremos soltando poco a poco y aplaudiremos en clase, en las actividades deportivas, aplaudiremos el trabajo bien hecho y el humor. Aplaudiremos con el corazón cuando el amor nos alcanza. Todo para llegar a ser adulto y volvernos cicateros y rácanos en el ejercicio del aplauso. Será la envidia, será que se han vuelto niños por un día y se han enfadado, cerrando la boca en gesto de disgusto. Ante todo, los que no aplauden se han olvidado de la buena educación. Por cierto, en la anterior investidura, cuando la situación era la opuesta, también se produjo este hecho, así que desgraciadamente, parece que son todos los que tienen que aprender a respetar el voto del pueblo y felicitar con un sencillo aplauso al elegido.

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