viernes, 17 de abril de 2009

egipto

Viajar a Egipto y no visitar las pirámides u otros grandes monumentos no deja de ser sorprendente. Eso es lo que hace Douglas Kennedy, el autor, que tiene una forma diferente de acercarse a su objetivo que no es otro que descubrir la realidad viviente de un país, la que te permite romper los tópicos más repetitivos e intentar conocer el porqué de las situaciones. Fuera de los circuitos masificados, que no de las ciudades más representativas, existe otro país que no es posible visitar desde un autobús, país al que se accede en embarcaciones que surcan el Nilo o en trenes o autobuses de los que los turistas huyen. Lo que desde fuera nos parece una barbaridad porque simplemente nos da miedo, se transforma para el escritor en un camino en solitario que comparte con acompañantes ocasionales del mundo occidental y sobretodo con los lugareños que encuentra aquí y allá, gente como nosotros, a caballo entre lo antiguo y lo nuevo, que busca vivir, aunque sea en la ciudad de los muertos, que no es ningún mausoleo repleto de momias antiquísimas, sino un recinto lleno de seres de carne y hueso, unos con más vida que otros, que, a falta de una vivienda al uso, utilizan el camposanto para pasar su existencia terrenal.

Douglas Kennedy
Más allá de las pirámides 1988

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