domingo, 2 de noviembre de 2008

crisis y crisis

Hay diferentes tipos de crisis. Existe una para los ricos, otra para la clase media, otra para los pobres, otra para los que se zambullen de cabeza en ella, al engrosar la lista del paro, y otra para los que nunca salieron de ella, en esos países exóticos, de sonoros nombres, lejanos y cercanos a veces, que conforman el tercer o el cuarto mundo. Uno de ellos es Zimbabue, que gobernado por el dictador Mugabe encabeza un triste record. En un artículo aparecido hace escasas fechas en el New York Times, Celia W.Dugger titula "un desmoronamiento tan completo que el dinero es inútil", para hablar de una inflacción de 40 millones por cien, donde el sueldo mensual de un maestro no alcanza para comprar dos botellas de aceite, o donde otro salario sirve para desplazarse sólo cuatro días allá donde tiene que ir a ejercer su trabajo, o donde el otrora mejor sistema educativo del continente se queda sin profesores. Conclusión, éxodo y sufrimiento por doquier. En una misiva enviada por el poeta Miguel Hernández desde su prisión, ésta se cerraba con una grandiosa frase: "Lo importante, que no hay nada importante, es dar una solución hermosa a la vida". A pesar de todo, seguro que todavía hay algo hermoso en vivir en Zimbabue. Creo saber qué es lo que todavía los mantiene vivos.

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