miércoles, 11 de junio de 2008

Uno nunca descubre que es lo que le mueve….

Y con el tiempo, ya no tiene importancia. Frase de uno de aquellos que se encuentran atrapados en la isla que hay que conquistar, escenario donde soldados y oficiales conviven bajo la presencia constante del miedo, los unos más conscientes que los otros de que pueden morir en horas. “He nacido y voy a morir, ¿Por qué? ¿Qué sentido tiene?”, dice el diario de un soldado japonés que aparece en el libro. “No creo en el emperador”, añade. “¿Qué me importa esto?, ¿Qué tengo yo contra los japoneses?”, clama uno de los soldados americanos. Primera obra de Mailer, escrita tras el final de la segunda guerra mundial, donde el autor sirvió en el ejercito americano, aclamada por la crítica como una de las grandes novelas bélicas, “los desnudos y los muertos” presenta los orígenes diversos de los protagonistas a través de una Máquina del tiempo, que cada rato viene a mostrarnos como eran éstos antes de que la guerra les una en un destino común; pobres y ricos, desesperanzados y esperanzados, desfilan por unas páginas antológicas que bordan la cotidianeidad de una vida que se interrumpe bruscamente sin que existan muchas explicaciones. Uno de los soldados en su última noche antes de embarcar lo cuenta:
“Uno sigue yendo de una parte a otra y nunca sabe qué sentido tiene todo esto. Cuando uno es crío no saben decirte nada, y cuando uno ya no lo es, no encuentra nada nuevo. Hay que seguir adelante, sin mirar atrás”.

Los desnudos y los muertos (Norman Mailer 1948)

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