Aparecían por las casas las inflorescencias de la totora o los puros de las totoras, que no juncos, que no son tales, traídos de humedales, crecidos al borde del agua y cortados de las riberas para ir a un jarrón con asas que decoraba algo y que pintaban escenas diferentes en el paisaje de los hogares de entonces, bodegones nunca trasladados a un lienzo. Y esos puros eran suaves, aterciopelados, eso es lo que recuerdo ahora que no los puedo tocar.
lunes, 22 de diciembre de 2025
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario