Esta ciudad se me queda pequeña, necesito campos, sendas, caminos que no acaben en el mar, que se pierdan en el horizonte, ya perdido su color. Veredas para andar sólo como alma que lleva el diablo, el maligno que se apoderó de mí y hace que la cadencia de mis pasos aumente, tanto que a una orden de mi voluntad el andar se podría transformar en carrera, en trote o en sprint que deje atrás las farolas, los bancos y los transeúntes. Y parar cuando no pueda más, cuando el corazón se me salga por la boca, cuando el resuello falte, cuando el jadeo sea constante, cuando el diablo haya huido de mí, asustado.
Macarrones con salsa de pistacho
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Cocer la pasta durante 10 minutos y mientras tanto preparar la salsa de la
siguiente manera: Pochar un calabacín mediano cortado en trozos con piel.
Pelar ...
Hace 5 meses
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