lunes, 30 de septiembre de 2024

adivinar

Se acaba el boli negro, tomo el azul, lleno y entero, crece la expectación, solo dentro de mí, y todo por cómo seguirá esta historia o como se llame. 
Fue tras un viaje, desde la terraza del apartamento veía al sol marcharse sin saber qué nos encontraríamos al día siguiente, nunca se sabe. Y fue una noche llena de sueños y fue un día ajetreado e intenso, lleno de nervios, con aire fresco en las alturas, y al otro día pasó todo y vino un cansancio más cansancio que nunca pero pleno o feliz, acompañando, acompañado, los sueños volvieron, los ojos se cerraron antes de tiempo, volaron los pájaros y los aviones, dulces nombres y dulces con nombre allá donde hacía mucho viento, me perdí en el agua y mirando y mirando encontré la orilla, el esfuerzo por salir hizo mella, esta es una frase hecha, todas lo son aunque unas más que otras. Si el helicóptero que sobrevolaba las aguas me buscaba a mí no me vio, yo tampoco, en el agua sólo se oye el chocar del agua y mi respiración y hasta un silencio, la playa ya no tenía nadador salvador, ya el turno había acabado, pero alcancé la orilla, lo repito, y encontré mi ropa y pensé lo fácil que es vivir en la ignorancia o fuera de juego, y es que alguien dice que me he hecho mayor, no lo creo y es que salí del agua solo, sin salvador, y no escuché el canon que siempre viene a mi rescate porque ya he dicho que el ruido era ensordecedor y además dudo que Dios hubiera puesto esa música solo para mí. Y al salir miré al mar, y quise que lloviera pero sin nubes era imposible, encontré el coche, arranqué, busqué esa canción, llegué, me asomé de nuevo a la calle, ya no siento vértigo como antes, habían pasado algunos días, no me salían las cuentas, me salían tres, pero quizás fueran dos, y yo pensando en la acción siguiente a tomar, todo desde mi particular inacción. Otra vez anochecía, el cielo era rojo, presagio de algo que olvidé. Adivinar es gratis 

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