martes, 24 de octubre de 2023

gineta

Después del 161 viene el 155, me perdí kilómetros de campos, algunos anegados, otros aún sedientos; muchas nubes sin agua y un caminante solitario que va o viene, quizás busque el viento de espaldas y así puede que dé vueltas y que no salga nunca del laberinto, yo no podría enseñarle la salida, no la conozco y además estoy en el 142, letras blancas sobre fondo azul.
Estamos rodeados de molinos de viento, no de los que embestía don Quijote, dan vueltas sin nada que moler, rodeados de aguas que revientan las nubes, en la Mancha, de la Mancha, ¿donde están Dulcinea o Sancho?, seguro que cobijados del turbión o del chaparrón o de lo que sea esta furia.
Al pasar por la Gineta, yo hubiera puesto jota, lo primero que se ve son las ventanas abiertas y las camas sin hacer. Eso decia mi padre, y yo no lo olvido y busco las ventanas.
Y la tapia y los arboles y hasta un sol y una voz y luego las palabras que no dicen que la tapia es blanca. 

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