Ni calles desiertas ni aceras solitarias, tan sólo portales huérfanos de luz, tan sólo escaleras a tientas, peldaños fríos. Y todo para caer luego, mejor, dejarme caer sin vértigo y esperar que alguien acoja mi cuerpo y me envuelva, los ojos cerrados, abiertos un momento antes de sentir unas manos, de alguien que no veo o no reconozco, que ni su olor ni su tacto me es familiar, ni sus palabras dichas así, de esa manera, tan impersonal, sin pasión, como si fuera anormal amar a alguien que sólo quiere ser amado.
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Hace 1 mes
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