miércoles, 30 de noviembre de 2022

arena

Un campo de arena que parecía una playa grosera, porque la finura de la arena del mar se había perdido aquí y es que se añadían pequeñas piedras en un conglomerado que se volvía salvaje con la lluvia. Entonces eran Iagos los que surgían, movibles, cambiantes, pequeñas montañas daban paso a llanuras, nuevos ríos nacían y morían, una pequeña creación bajo nuestros pies. 
Pocos placeres comparados a pisar los charcos mientras se empuja un balón, mientras las salpicaduras embadurnan nuestros cuerpos. El balón que se para, que parece pesar, que no se quiere mover, que no busca la portería tan raudo como ayer; el cielo plomizo que miramos y al que quizás levantamos la cabeza para pedir que siga lloviendo y que está primera parte no acabe nunca.

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