Una marea alta debe ser esto, lo que veo desde este banco. Agua que avanza hacia el interior para llenar la ría, para tapar los huecos arenosos o los verdes, para cubrir árboles fantasmas y ahogados. En algún momento el camino se hará a la inversa.
Un viento sur debe ser esto, las temperaturas suben.
Un mar debe de ser esto.
Y una línea del horizonte divide los dos mundos.
Corazones de papel a la salida de la Iglesia, llevados por el aire, lagartijas rápidas, unos picos lejanos y paredes de piedra de 1210, todo en San Vicente de la Barquera.
Oí los barcos que iban y venían de faenar, motores rugiendo.
Faenar quiere decir salir a la mar a pescar, a ganarse la vida trayendo pescado fresco después de una noche bajo las sombras. Puedo imaginar esas luces, las que parecen proyectar luz a todo el puerto y nos ciegan a los curiosos, allá adentro, rodeadas de la noche más oscura. Aparecerán como una minúscula vela encendida. Pero será luz que seguro calma, da confianza y aleja los miedos.
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