Primero fue el tacto y la contraluz, para descubrir que la portada tenía un relieve, luego la aparición de papeles, cada cierto número de páginas aparecía una pista, algo con lo que reconstruir lo imposible. Marcó el libro, en la portada, ya era parte de su biblioteca, quizás lo leyó y luego se deshizo de él. Conozco el sitio donde lo compró, el lugar ya inexistente, la calle céntrica, madrileña, la hora, el día, luego comió, al lado, porque transcurren sólo unos minutos, once, entre pago y pago. Luego un billete de avión dice que alguien viajó, luego un dibujo infantil los relaciona, al comprador y a la persona que vuela. Conozco el destino, también el hotel. Todos esos papeles se olvidaron entre las páginas del libro que yo adquirí, ya no sé dónde, insertados como marca páginas que todos olvidaron recoger.
jueves, 18 de agosto de 2022
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