Entre espigas, que fueron doradas, que hoy su color ya mudó, que perdieron el oro, mustias ahora, tostadas por excesos, por ahí voy sin ir, en ida o en vuelta, y de repente la senda labrada por otros pies se oculta, parece que la selva alrededor creció, exagero, y pienso que se hará impenetrable, que las serpientes se moverán sigilosas, huirán, aunque yo sólo oigo a los grillos, incansables.
Y de repente una gaviota, su sonido, el graznido, surcando un cielo que está lejos del mar.
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