Corres porque él se olvidó algo, corres porque llueve, porque te gusta sentir las gotas en la cara, corres y llevas puesto el impermeable que te regaló, y al rato llegas al sanatorio que está rodeado de pinos que soltaron sus agujas a un suelo que se volvió mullido. Atraviesas pasillos blancos, ves enfermos blancos tapados por sábanas inmaculadas, las monjas no pueden vestir otro color, abres y cierras puertas, todo parece nuevo, hasta la vida, quizás volvió para algunos, preguntas por él y sonríes al verle mientras le extiendes aquello que olvidó.
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Hace 1 mes
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