Está fuera de lo cotidiano el encontrarse un sombrero, elegante, abandonado, en la repisa de una ventana del cuarto del jardinero. Con su cinta de color gris claro a juego con el tono más oscuro del resto. No a tono con la mañana brillante que nos sorprende en el campo que paseamos, entre caminos con roderas y pistas asentadas, con muchos paseantes, la mayoría de ellos con sus canes, con muchos ciclistas y corredores, con aviones que se elevan, pesados, recién iniciada la ruta. Y también encontramos la carretera que un día debió de ser construida para acercar a los ricos a la finca de caza, inmensa, vallada, desde donde nosotros miramos y no vemos final, donde solo nos llegan las tonalidades verdes, las cercanas y las lejanas.
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Hace 1 mes
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