viernes, 3 de diciembre de 2021

vuelta.7

 Hubo tiempos en los que el atajo nos metía por parajes siempre nocturnos, poco o nada iluminados, todo para esquivar la espera infinita. Alrededores de El Berrueco y riscos recortados sobre un azul a veces estrellado. Nunca se sabe si se acierta tomando el atajo o escogiendo un carril u otro, o tomando el adicional. Te fijas algún vehículo como referencia y cuando quieres acordarte te has olvidado. Es como la vida, no se puede repetir el camino y probar. Elegir es la opción. Mirar el reloj. Llevamos tantas horas, puede ser día de record. Siempre los hubo, para poco o para mucho. Qué manía con batirlos. Al volante es peligroso. Mejor que sea mucho y llegar. Sanos y salvos. Papá no corras, decían los coches de antes. Y se ponían las fotos de ella y de los niños. También había rosarios o una Virgen o un Cristo, todo colgando del retrovisor. Y estampas de todos los santos. A algún taxi le faltaba salpicadero para tanta devoción. También muñecos, peluches y bichos de todo pelaje. Algunos movían la cabeza en la parte de atrás. Molestar al conductor y despistar al de detrás, doble función. Todo eso pasaba antes que tener perro de verdad se pusiera de moda y hubiera que llevarlo también de viaje para ver asomar la cabeza de un bicho enorme por la ventanilla. Te mira, no sé lo que ve. También Elvis movía la cadera, o el Fary en versión mas patria. Aquel cantaba King of the road. Las dejó hace tiempo. Lástima que Elvis no esté vivo. Eso suena a canción. 


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