domingo, 31 de octubre de 2021

caminante

Para el caminante, esta mañana, la ciudad parece casi desierta. No olvidada por la lluvia, por los restos de fiesta, por los vasos olvidados y por los miles de hojas, nuevas o viejas que alfombran el cemento. No olvidada por las flores que alguien llevará al camposanto, recuerdo y olvido. Lleva dos bolsas y descubre que su soledad no es única, ya hay alguien que pide, ya hay alguien que pasea, alguien que sonríe sólo, con esa sonrisa no compartida que acompaña a una mirada que ve lo que el resto nunca veremos, la mueca de los que si estuvieron ya no están; y hay otros que apagan la mañana delante del móvil que le pone en contacto con un mundo que no le habla. 

Y si el caminante busca alojamiento quizás haya visto el cartel que anuncia la pensión y que pone palabras a lo que debería convencer al viajero, tv, teléfono, hilo musical y caja fuerte. Y el viajero, que todavía está bajo el influjo de las traviesas de las vías, y que no quiere más estímulos, sólo da por buena la caja fuerte, él que tantas cosas perdió en vida, piensa que una caja sería un buen lugar para guardar su alma, a buen recaudo, mientras sigue viviendo.

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