Hago cálculos con días que dan cifras asombrosas, las divido por siete y los números se suavizan; los imagino de contorno redondeado y agradable como la hierba que rodea la tienda de campaña donde duermo con los ojos muy apretados, casi temeroso de la oscuridad que la rodea. Y al despertar, al abrirlos, la tela azul me devuelve tres miradas, aparte, unas sombras juguetonas, también vientos, también cantos. Al subir la cremallera se me vienen las nubes y a lo lejos diviso a un caballo que camina, sube y agacha la cabeza, según.
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Hace 1 mes
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