Ya salimos, del Ongi Etorri. Bienvenido. Antes gasolinera de nacional, ahora de bulevar. De nombre de presidente, de Salvador Allende, de cuando se homenajeaba con criterio. Años 80. Hacemos auto-stop de estudiantes, para preguntarle a alguien, tímidamente, que si nos lleva. Para recibir rechazos. Para tener suerte alguna vez.
Y años después estas afueras pasan a ser parte de una ciudad que crece, se enriquece y empieza a perecer a la vez. Las urbanizaciones y los centros comerciales se reservan la vida, fuerzas centrífugas.
Ya caminamos, empujados por viento sur o frenados por viento norte, en coche ajeno, en propio o en autobús que huele a autobús. Mojones a la derecha, bajad la ventanilla.
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