Paréntesis que se abren, varios, grandes y pequeños, y que se cierran con sus opuestos, y con múltiples candados. Y entre ellos se apiñan noches y horas de fiebres, miedos e incertidumbre. De días que no son días, aunque sean también parte de esta vida.
Y dejo el candado, y me alejo andando, sin prisa, la prórroga ha empezado.
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