viernes, 1 de mayo de 2020

terraza


El día que salieron los niños a pasear vi desde la terraza una línea. Perdón, muchas, las había rectas, horizontales, verticales, algunas se cruzaban y formaban ángulos. Otras no acababan nunca, como la línea del cielo.
Y un par de días después fallecía Michael Robinson. A veces aciertan los que dicen que siempre se van los mejores. Con hablar de eterno aprendiz de castellano nadie le pedía cuentas ni falta que hacía. Porque todo quedaba tamizado por su humor. O cómo ver un partido al lado de alguien de quien no se espera nada más, que diga lo que le sale, a su manera, un aficionado, un buen tipo.
Alguien que no llegó a la desescalada, que no llegará a la nueva normalidad, como si hubiera una antigua, que se nos pasó el mes de Abril sin pisar las calles, y ahora vemos que se nos presenta otra vez la vida, en pequeñas dosis. Más de uno tendrá miedo al salir del cascarón, del calor del hogar.
No sé por qué me acuerdo ahora de esos leones que tragaban cartas, con la boca pulida de tantas manos de niños que las tocaron. Y no, no me daban miedo.

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