martes, 14 de agosto de 2018

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Tomamos el tren de Gatwick a Brighton. El cielo es azul, no hace frío, vías y más vías, trenes aparcados, esperando turno.
Nuestro tren sin paradas, pasando por apeaderos o estaciones antiguas que esperan otro tren. Arboles que no dejan ver el campo, sólo a ratos.
Ya en destino, techo de estación antigua. Bullicio y espera. Aparecen, susto. Pasamos de dos a cuatro. No está todavía la habitación. Visitamos su casa, dos más dos gatos, negros, juegan, saltan, cabriolas. Y al autobús, es el 700 y tiene dos pisos. Nos acercamos a Shoreham by sea. Pueblo costero donde lo primero que buscamos es comida. Será india en un cottage antiguo en blanco y negro. Sabrosa y con especias, picante. Uno de los camareros nos pregunta nuestra procedencia, él es de Bangladesh. No aparece que haya prisas en el local, creo que abrieron la cocina para nosotros. Luego paseo, la playa es de piedras pero tiene pasarela de madera que hace el paseo agradable, algo de brisa contemplando un frente de casas bajas, deseables. Se mantuvo el respeto al entorno.
Visitamos después el cementerio de lápidas torcidas en jardines en sombra. Rodea la iglesia donde se homenajea a los caídos del lugar y donde se echa en falta la iconografía.
Ya de vuelta el paseo marítimo de Brighton se llena de terrazas donde se cena pronto o se come tarde, y se bebe si no hay hambre. Las sidras de sabores están de moda. Cenamos en italiano y paseamos. Los días del orgullo dejaron suciedad en las calles que no ha sido retirada. Muchos mendigos que piden o leen en colchones o sacos. El muelle con luces se adentra en el mar y las tablas no juntas dejan ver la oscuridad, pero todos sabemos que allá abajo hay agua infinita. Hay olor a churros, a más comida, y temperatura ideal. Juegos de monedas que nunca caen y atracciones para niños y mayores. Se puede uno sentar en una hamaca y ver la orilla con luces que se mueven y sentir que nada pasa. El mar, sea cual sea, está en paz, calmado, sereno, cualquiera podría decir que es una balsa de película, un decorado para una escena de amores en el muelle.

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