viernes, 22 de diciembre de 2017

era por navidad



Quizás tendría que escribir la frase y llevarla a modo de tarjeta de visita que se entrega a la gente. La frase diría algo así como: ¿y todavía te preguntas por qué no me gusta la Navidad? Y claro el interlocutor se quedaría de piedra, excepto algunos, seguro, siempre hay gente que se esconde, que no sale, que no soporta estas dos semanas. Si hubiera empatía nos entenderíamos todos, digo en todo momento y en toda condición. Pero no la hay, es evidente. Abogo por practicarla para no meter el dedo en la llaga cuando no se debe, para no meter la pata, para ser razonable con el otro. Para entender las razones de cada uno, que no quiere difundirlas, para apartarse del jolgorio y de la farsa. Sí, para amar, pero no en abstracto. Mi corazón se vuelve pequeño, inocente, y todavía me entristezco más. Respondo a la pregunta de inicio: porque no tengo siete u ocho años, o algunos menos, o alguno más. Con eso vale. Las explicaciones las dejo para mi almohada, para llorarla, o para la leche caliente. Y alguien podría hablar de remedios. De poner al mal tiempo buena cara, de poner convivencia en medio del páramo. Y entonces dudo, y no sé qué contestar, y es que todos los años mientras suenan las voces cantarinas anunciando pedreas y gordos me suelo acordar de James Stewart. No es futbolista ni nada parecido. Está muerto, actor de cine, famoso por muchas películas. Yo no lo olvido. En una, Qué bello es vivir, salta la magia. Quizás tendría que verla todos los años, de noche, o de tarde, o incluso de día. Y acurrucado en el sofá, viendo blancos y negros, aguas oscuras y ángeles de carne y hueso, llorar un poquito y esconderme aún más para que no me vean, o llorar abiertamente, o jugar a ver si los que me rodean empatizan. Y al acabar salir renacido y pisar las calles con luces. Ayer recibí una postal navideña, ya se mandan pocas. Esta era especial, de verdad, diferente. Se llaman Paula y Eduardo, apelan al espíritu navideño. Casi me hace llorar. Seguid así. Un resquicio para mí, en mis sombras.

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