domingo, 30 de julio de 2017

urquijo



Dicen que la música hay que escucharla, no leerla. Que las páginas no suenan, que eso lo hacen los prodigios de la ciencia que convierten cosas redondas en sonido y que luego vino lo digital para que la música parezca surgir de la nada. De aparatos que cada vez entendemos menos. La esencia siempre será la misma. Alguien cierra los ojos, quizás, mentalmente hace un ejercicio de afinación, y empieza a cantar. Puede que haya música o no. Puede que acompañe alguien o no. La primera vez, de donde nace todo, es lejana. El ejercicio de llorar es bueno para los pulmones, eso decían. Luego, la necesidad, de gritar, o de expresar, todo junto. De componer canciones de tres minutos que cuentan más que muchos libros de cientos de páginas. Lo breve, si bueno, siempre manda. Cuando se ha crecido con esa música apetece conocer algo más, contestar preguntas que no se hacían cuando solo se bailaba a oscuras, o se soñaba también a oscuras o a plena luz del día. Urquijo o Los Secretos, marcando una época. Por eso merece la pena perderse en estas líneas, esta vez en silencio.

Enrique Urquijo. Miguel A. Bargueño. 2005

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