martes, 30 de agosto de 2016

de teruel a castellón



De camino a Castellón paramos en Mora de Rubielos. Sobresaliente fortaleza o castillo. Ya existía una fortificación árabe conquistada por Alfonso II en 1171. Se visita por dentro. Patio de armas que da acceso a salas y salones, también caballerizas y mazmorras. Una exposición de armas de asedio ambienta la escena. Entre ellas las palomas incendiarias. Una lástima que no se puedan visitar la planta alta o los torreones. Otra de las grandes salas alberga el museo etnográfico o batiburrillo de objetos de todo pelo en viejas vitrinas. El pintor valenciano Carlos Carratalá expone “Noruega y otros caminos”, lienzos con temática de paisajes nevados. Cromáticamente sobresalientes. Otro artista, esta vez local, Máximo, expone su obra en su casa. Entramos libremente y pasamos por un par de salas. Nadie viene a buscarnos. Pinta todo y no lo hace mal. Comemos en el Trébol de Mora, menú del día sin estridencias. Es decir, normal. Siguiente parada en Rubielos de Mora, se cambiaron las tornas. Uno de esos pueblos seleccionados como bonitos de España. No está mal. Casas palaciegas o señoriales que se repiten en calles. Banderas que anuncian el mercado medieval inminente. Precioso el ayuntamiento del XVI con bonito patio. Amplios recibidores en otras casas, con escaleras hacia la parte principal de la vivienda. Se juega a las cartas en sobremesa de bar. La plaza de toros es curiosa, semicircular. Recorremos la senda fluvial del río Rubielos, seco en tramos. A pesar de ello vegetación abundante. Ya vendrá el agua en invierno, seguro. Viajar debe de ser esto, recorrer dicha senda a las tres de la tarde y sin frío. Alguna zona adolece de una capa de pintura y de limpieza. Pero ahí no llega el turismo. El problema de las necesidades de los perros es endémico en nuestra tierra. Estrofas de jotas en las esquinas. Hacemos tiempo para visitar la ex colegiata, la joya del pueblo. Santa María la Mayor, de primeros del XVII, con sucesivas reformas. De hecho ahora necesita una. Carteles por toda la iglesia reclamando ayuda. También nos lo recuerda el señor que nos recibe. Grietas y humedades. Subir a lo mas alto de la torre casi da miedo. Pequeño museo a la entrada. Preside el altar mayor la coronación de la virgen y dos gigantes Pedro y Pablo a los lados. Concha colorida en el techo. Nadie quiere meter dinero aquí a pesar de contar con un retablo magnífico. Gótico internacional atribuido a Gonzalo Peris. 53 obras juntas. De principios del XV. Cuenta la vida de la Virgen. El artista está documentado entre 1380 y 1451. Una joya. Mereció la pena la espera. Rumbo a Castellón.

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