De camino a Castellón
paramos en Mora de Rubielos. Sobresaliente fortaleza o castillo. Ya existía una
fortificación árabe conquistada por Alfonso II en 1171. Se visita por dentro. Patio
de armas que da acceso a salas y salones, también caballerizas y mazmorras. Una
exposición de armas de asedio ambienta la escena. Entre ellas las palomas
incendiarias. Una lástima que no se puedan visitar la planta alta o los
torreones. Otra de las grandes salas alberga el museo etnográfico o
batiburrillo de objetos de todo pelo en viejas vitrinas. El pintor valenciano
Carlos Carratalá expone “Noruega y otros caminos”, lienzos con temática de
paisajes nevados. Cromáticamente sobresalientes. Otro artista, esta vez local,
Máximo, expone su obra en su casa. Entramos libremente y pasamos por un par de
salas. Nadie viene a buscarnos. Pinta todo y no lo hace mal. Comemos en el
Trébol de Mora, menú del día sin estridencias. Es decir, normal. Siguiente parada
en Rubielos de Mora, se cambiaron las tornas. Uno de esos pueblos seleccionados
como bonitos de España. No está mal. Casas palaciegas o señoriales que se
repiten en calles. Banderas que anuncian el mercado medieval inminente. Precioso
el ayuntamiento del XVI con bonito patio. Amplios recibidores en otras casas,
con escaleras hacia la parte principal de la vivienda. Se juega a las cartas en
sobremesa de bar. La plaza de toros es curiosa, semicircular. Recorremos la
senda fluvial del río Rubielos, seco en tramos. A pesar de ello vegetación
abundante. Ya vendrá el agua en invierno, seguro. Viajar debe de ser esto,
recorrer dicha senda a las tres de la tarde y sin frío. Alguna zona adolece de
una capa de pintura y de limpieza. Pero ahí no llega el turismo. El problema de
las necesidades de los perros es endémico en nuestra tierra. Estrofas de jotas
en las esquinas. Hacemos tiempo para visitar la ex colegiata, la joya del
pueblo. Santa María la Mayor, de primeros del XVII, con sucesivas reformas. De hecho
ahora necesita una. Carteles por toda la iglesia reclamando ayuda. También nos
lo recuerda el señor que nos recibe. Grietas y humedades. Subir a lo mas alto
de la torre casi da miedo. Pequeño museo a la entrada. Preside el altar mayor
la coronación de la virgen y dos gigantes Pedro y Pablo a los lados. Concha colorida
en el techo. Nadie quiere meter dinero aquí a pesar de contar con un retablo
magnífico. Gótico internacional atribuido a Gonzalo Peris. 53 obras juntas. De principios
del XV. Cuenta la vida de la Virgen. El artista está documentado entre 1380 y
1451. Una joya. Mereció la pena la espera. Rumbo a Castellón.
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