La visita es agradable.
Guiada por un chaval que amplifica tecnológicamente su voz. Hace frío, casi mas
en los espacios cerrados. Primera piedra en 1499, mandada construir por
Cisneros, la Universidad de Alcalá, empezando por el colegio Mayor de San
Ildefonso. La fachada, acabada en 1553, no la verá. Primero vienen los patios,
con anécdotas e historias, de licenciados y bachilleres, y pocos doctores, de
celebraciones por todo lo alto donde el pueblo espera a ser invitado por los
doctos y de agravios para los que no cumplieron con lo esperado. La mofa y el
escarnio siempre fueron de agrado del pueblo. En el de Santo Tomás de
Villanueva, estudiante y obispo limosnero conoceremos a los porcionistas, los
que pagaban por su estancia y manutención, y a los becados. En el patio de
continuos nos hablan de ellos, los pobres que trabajan a la vez que estudian, y
trabajan para los mas favorecidos, por ejemplo, empollando o calentando sillas.
Visitantes ilustres de prisiones universitarias por andar en malas compañías,
que por aquellos tiempos y para algunos era sinónimo de acercarse a una mujer. También
por usura o por hablar en castellano. Se permitía sólo el latín. Ejemplos de
desvíos castigados. Como los que sufrieron Quevedo y Lope. Escudos en fachadas
y mas patios, como el trilingüe, donde se hablaba griego, hebreo y latín. Tres cipreses
también. Y luego espacio de auditorio, de exámenes de antaño y de entrega de
premios Cervantes ahora. Paraninfo con artesonado mudéjar y noche estrellada. Allá
hablan los que se examinan y los que reciben el premio. Los invitados
escucharan, rodeados de historia. También una capilla con un magnífico sepulcro
del Cardenal Cisneros, obra de Domenico Fancelli, aunque sus restos no estén
ahí. Es la de San Ildefonso, también de bello artesonado. Descansan mas
humildemente en la catedral de la ciudad, a ras de suelo, donde sólo una
inscripción denota el lugar, al pie del altar. Quién descansa en la capilla es
el divino Vallés, doctor de Felipe II. Pasamos a la Catedral. Cisneros y
Carrillo (1446-1482) enterrados. Misa de niños que acaba, guitarras con acordes
de siempre. Monaguillos a la antigua usanza, de blanco y con bordes rojos.
Capillas alrededor. Los santos niños, Justo y Pastor, en la cripta, pequeña, en
una piedra donde fueron martirizados. Es domingo. Entonces eran tiempos de
persecuciones durante la Hispania romana. También se encuentran los restos en
una urna. También el cuerpo incorrupto de San Diego de Alcalá, 1400-1463.
Guardián de convento, generoso, cocinero, franciscano viajero, acabó sus días
en Alcalá, se le atribuye la curación del infante Carlos, hijo de Felipe II,
tras una grave caída. En el convento de las bernardas, ya no están las monjas.
Hoy la iglesia la utilizan los polacos y su comunidad de creyentes. Nos lo
cuenta el guía que no quiere irse a comer a casa. Es domingo, una de la tarde,
empezamos en la plaza, delante de la portada y acabamos pasada mas de una hora
ya dentro del recinto. Podría haber seguido hablando. Pone pasión y ganas.
Cuenta y sigue, historias que conoce por aprendizaje y por más. Ya no hay
ninguna hermana desde el 2000. Unas pocas, de otra orden, al lado, en la casa
de la demandadera. Mandado construir por el Cardenal Sandoval, en 1617, se
termina en 1636. Empezaron cinco allá por 1626. Monjas del Cister. En la
portada, San Bernardo de Claraval, obra de Manuel Pereira. Hay alguna, de otra
congregación, en el edificio anexo. El altar explicado, la forma de la iglesia,
elíptica, pinturas del italiano Angelo Nardi, veinte, entre 1619 y 1620. Pintor
de la corte de Felipe IV, subordinado de Velázquez, y amigo. Todas suyas.
Trabajo arduo. Entre ellas, Santa Humbelina, hermana de Bernardo. También la
primera Inmaculada pintada en España, 1620. El museo arriba, desde el que se
puede seguir la misa. Buenas vistas. Las borlas de obispos, arzobispos y
cardenales, tres, cuatro y cinco. Obras humildes, las monjas no tenían
patrimonio para pagar a los grandes. Algunas copias, alguna cosa interesante.
Todo es más cercano si se ha vivido al lado. Es lo que le pasa al guía,
estudioso del lugar. Las cigüeñas a lo suyo, haciendo ruido y surcando aires.
Nidos por doquier. La calle Mayor con bares y soportales. Se toma el aperitivo.
Llenos. La iglesia de los jesuitas está cerrada. Obras de Pereira en la
fachada, cuatro. Detrás una pequeña capilla. La de las sagradas formas con
frescos de Juan Vicente Ribera. No hay horarios para el rezo. Aun siendo hora
de comida algunos fieles guardan silencio, sentados o de rodillas.
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