domingo, 6 de marzo de 2016

alcalá de henares


La visita es agradable. Guiada por un chaval que amplifica tecnológicamente su voz. Hace frío, casi mas en los espacios cerrados. Primera piedra en 1499, mandada construir por Cisneros, la Universidad de Alcalá, empezando por el colegio Mayor de San Ildefonso. La fachada, acabada en 1553, no la verá. Primero vienen los patios, con anécdotas e historias, de licenciados y bachilleres, y pocos doctores, de celebraciones por todo lo alto donde el pueblo espera a ser invitado por los doctos y de agravios para los que no cumplieron con lo esperado. La mofa y el escarnio siempre fueron de agrado del pueblo. En el de Santo Tomás de Villanueva, estudiante y obispo limosnero conoceremos a los porcionistas, los que pagaban por su estancia y manutención, y a los becados. En el patio de continuos nos hablan de ellos, los pobres que trabajan a la vez que estudian, y trabajan para los mas favorecidos, por ejemplo, empollando o calentando sillas. Visitantes ilustres de prisiones universitarias por andar en malas compañías, que por aquellos tiempos y para algunos era sinónimo de acercarse a una mujer. También por usura o por hablar en castellano. Se permitía sólo el latín. Ejemplos de desvíos castigados. Como los que sufrieron Quevedo y Lope. Escudos en fachadas y mas patios, como el trilingüe, donde se hablaba griego, hebreo y latín. Tres cipreses también. Y luego espacio de auditorio, de exámenes de antaño y de entrega de premios Cervantes ahora. Paraninfo con artesonado mudéjar y noche estrellada. Allá hablan los que se examinan y los que reciben el premio. Los invitados escucharan, rodeados de historia. También una capilla con un magnífico sepulcro del Cardenal Cisneros, obra de Domenico Fancelli, aunque sus restos no estén ahí. Es la de San Ildefonso, también de bello artesonado. Descansan mas humildemente en la catedral de la ciudad, a ras de suelo, donde sólo una inscripción denota el lugar, al pie del altar. Quién descansa en la capilla es el divino Vallés, doctor de Felipe II. Pasamos a la Catedral. Cisneros y Carrillo (1446-1482) enterrados. Misa de niños que acaba, guitarras con acordes de siempre. Monaguillos a la antigua usanza, de blanco y con bordes rojos. Capillas alrededor. Los santos niños, Justo y Pastor, en la cripta, pequeña, en una piedra donde fueron martirizados. Es domingo. Entonces eran tiempos de persecuciones durante la Hispania romana. También se encuentran los restos en una urna. También el cuerpo incorrupto de San Diego de Alcalá, 1400-1463. Guardián de convento, generoso, cocinero, franciscano viajero, acabó sus días en Alcalá, se le atribuye la curación del infante Carlos, hijo de Felipe II, tras una grave caída. En el convento de las bernardas, ya no están las monjas. Hoy la iglesia la utilizan los polacos y su comunidad de creyentes. Nos lo cuenta el guía que no quiere irse a comer a casa. Es domingo, una de la tarde, empezamos en la plaza, delante de la portada y acabamos pasada mas de una hora ya dentro del recinto. Podría haber seguido hablando. Pone pasión y ganas. Cuenta y sigue, historias que conoce por aprendizaje y por más. Ya no hay ninguna hermana desde el 2000. Unas pocas, de otra orden, al lado, en la casa de la demandadera. Mandado construir por el Cardenal Sandoval, en 1617, se termina en 1636. Empezaron cinco allá por 1626. Monjas del Cister. En la portada, San Bernardo de Claraval, obra de Manuel Pereira. Hay alguna, de otra congregación, en el edificio anexo. El altar explicado, la forma de la iglesia, elíptica, pinturas del italiano Angelo Nardi, veinte, entre 1619 y 1620. Pintor de la corte de Felipe IV, subordinado de Velázquez, y amigo. Todas suyas. Trabajo arduo. Entre ellas, Santa Humbelina, hermana de Bernardo. También la primera Inmaculada pintada en España, 1620. El museo arriba, desde el que se puede seguir la misa. Buenas vistas. Las borlas de obispos, arzobispos y cardenales, tres, cuatro y cinco. Obras humildes, las monjas no tenían patrimonio para pagar a los grandes. Algunas copias, alguna cosa interesante. Todo es más cercano si se ha vivido al lado. Es lo que le pasa al guía, estudioso del lugar. Las cigüeñas a lo suyo, haciendo ruido y surcando aires. Nidos por doquier. La calle Mayor con bares y soportales. Se toma el aperitivo. Llenos. La iglesia de los jesuitas está cerrada. Obras de Pereira en la fachada, cuatro. Detrás una pequeña capilla. La de las sagradas formas con frescos de Juan Vicente Ribera. No hay horarios para el rezo. Aun siendo hora de comida algunos fieles guardan silencio, sentados o de rodillas.

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