domingo, 19 de julio de 2015

por segovia


Sueños sobre almohada en hotel de Sepúlveda, el Villa de. A un kilómetro del pueblo. Habitación abuhardillada, limpia y sencilla. Desayunamos en el bar del hotel, de ambiente taurino. Trato muy amable y bizcocho casero. El kilómetro se antoja largo, en subida y con poca sombra. Los vecinos se quejan de calor. Villa de calles estrechas y plaza que se me hace pequeña comparada en la memoria. Siguiendo las calles el pueblo se acaba al borde del Duratón cuyas primeras hoces se atisban desde un mirador. Ausencia de ruidos, sólo los pájaros dicen algo, golondrinas. Sol y cuestas. Se vende la casa de Victoriano de la Serna, que fue torero, y tiene calle. La Iglesia del Salvador está en penumbra que nos ilumina el chaval que acaba de abrirla. Románica y presidida por un Cristo tallado en madera, que puede ser del XIII. Paño de pureza verde y decorado, y borde rojo. Nos habla de la misa de Minerva, el tercer domingo de cada mes. Tradiciones enraizadas con ritos paganos. Al final del pueblo se encuentra la iglesia de la Virgen de la Peña cuya imagen dicen que se encontró en una gruta cercana. Ésta preside el retablo barroco y el silencio. Buscando comida volvemos a Riaza y en la Iglesia de Nuestra Señora del Manto se preparan para misa de Domingo. Excepcional Piedad en capilla anexa al altar. Talla de ropajes exuberantes con figuras voluminosas, ella sujetando al Cristo por los hombros. En el anonimato queda su autor pero no su especial atractivo. Comemos al aire libre en plaza que aún mantiene escenario dispuesto para el country. El menú hecho a propósito para el festival musical. Las moscas se acercan a la comida. Y el sol inunda el albero elíptico de un sitio con encanto. A la salida del pueblo suena Rodney Crowell y su Oh, what a beautiful world. Deliciosa balada para seguir caminando.

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