Amanece soleado el sábado y vamos andando
hasta Covent Garden donde ya se vende y se come. El showman hace reír con una
raqueta y un monociclo. De ahí tomamos el metro, el tubo que surca las entrañas
de Londres. Un tanto claustrofóbico, hace calor. Salida en Camden Town donde el
gentío es enorme. El mercado cambió para dejar de ser rastro y pasar a ser algo
más fabricado y de diseño. Hay más comida también que en nuestra última visita.
Echamos en falta la autenticidad de antes, o más bien el tipo de cosas que se
vendían antes, todo era más antiguo. Comemos en tuper que se llena de comida
china. Escaleras para sentarnos mientras. En Uber al London Bridge, sale más barato
que el metro. Un viaje con algún atasco y semáforos. Allí se encuentra el Borough
Market, mercado de siempre con cantidad de puestos para comer allí igualmente. Después
pasear y echar una lágrima en la estación, pasamos de cuatro a dos. Entramos en
la Tate, me decepciona un tanto. Museo de arte moderno, inmenso edificio, dos,
con sensación de espacio semivacío. Gratuito, mucha gente y pocas obras que
recordar. Una buena vista en 360 grados desde el piso 10, Londres se llena de
rascacielos y de grúas que se elevan sobre los tejados de siempre. También se
ven torres de viviendas de lujo que se abren al abismo tras enormes
cristaleras, y que son fácilmente objeto de curiosidad desde la altura. No parecen
estar en casa. Carteles que recuerdan: respete la intimidad de los vecinos. Cenamos
en italiano, y andamos hasta el hotel. Parece que la ciudad no duerme.
Macarrones con salsa de pistacho
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Cocer la pasta durante 10 minutos y mientras tanto preparar la salsa de la
siguiente manera: Pochar un calabacín mediano cortado en trozos con piel.
Pelar ...
Hace 5 meses
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